SALUTACIÓN A LOS LECTORES

Este blog de análisis y reflexión, nace con la pretensión de contribuir al debate sobre el futuro y la SOStenibilidad del Sistema Sanitario Público en España, desde la óptica de los valores y principios de la Bioética, asumiendo la calidad y la excelencia como imperativos éticos.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

EL "YOISMO"


Todos necesitamos del reconocimiento ajeno. En determinadas profesiones, dado el nivel técnico-científico exigido a sus integrantes y la responsabilidad asumida al ejercerlas, se desea estar bien valorado por los demás. Si uno, no se siente  suficientemente apreciado, puede descender su autoestima.
En la actividad medica, frecuentemente detentamos cierto nivel de prestigio e incluso "alguna pequeña fama", a nivel de nuestros clientes, lo que no nos molesta en absoluto... pero bien sabemos que, el auténtico y más valorable reconocimiento, será el otorgado por quienes poseen un criterio más real para juzgarnos: los compañeros, nuestros colegas. De ahí esa antigua y constante meta, la de ser considerado "primum inter pares"
La crítica es una obligación ética. Sin ella, todo sería falsedad y cinismo. Estamos muy entrenados en su ejercicio, pero  hemos sido escasamente adiestrados para la saludable autocrítica.
Ironía y sagacidad son frecuentes entre nosotros, lo que conduce a que, cuando analizamos al otro, solemos diseccionar con precisión quirúrgica.
Sin embargo, la autocrítica es escasa y la adulación frecuente, mezcla que incrementa exponencialmente la vanidad.
De eso va el título elegido para este artículo. ¡Que lamentablemente frecuente es el yoismo!...  Yo lo merezco, yo lo sabía, yo ya lo dije, yo figuraré el primero en la publicación científica, yo recibiré al enfermo ilustre, yo seré quién informará sobre su evolución, yo planifico como nadie, yo obtuve antes esos buenos resultados, yo explico las mejores clases...  "yo mi me conmigo"
Desde la defensa a ultranza de la marca personal, de lo genuino y peculiar de cada uno, de lo reconfortante que es sentir cierta confianza en lo que se hace, derivada de la seguridad que brinda la verdadera preparación y el mérito cierto...¡que ridículos se ven los yoistas!
La Medicina es una ciencia social: trabajamos cara al público y para el público. Estamos en el escaparate porque nuestro "producto" consiste en la mejoría o la curación de nuestros pacientes, y eso, a la vista está. Se nos supone conocedores de la ciencia y capaces de dominar determinadas técnicas diagnósticas y terapéuticas, así como de determinar acertadamente cuando están indicadas o no. En justa contraprestación, anhelamos un  margen de confianza y una leal consideración... pero conozco a compañeros que son, sin saberlo, sus peores enemigos.
A menudo se trata de personas capaces, no rematadamente torpes, que podrían brillar con luz propia, si no fuera porque ellos mismos la opacifican con su ensimismamiento, proyectando una pobre imagen, la de estar encantados de haberse conocido. De tanto mirarse el propio ombligo, han enfermado de grave cifosis vertebral.
Desde la atalaya de su perfección, se permiten censurar, cuestionar y afear constantemente el trabajo de los demás. Ellos, como no se equivocan, nunca tienen que rectificar... y si detectan que han cometido algún pequeño desliz, son tremendamente tolerantes consigo mismos, que para la exigencia, ya están los otros.
Los hay en la actividad clínica, en la docencia universitaria, en la investigación y hasta en la gestión sanitaria.
Las dudas son:
¿no serán tan narcisos porque intuyen su mediocridad y temen a su pobreza intelectual y a su escaso bagaje cultural? ¿no huirán de la verdad, como los súbditos del rey desnudo de la fábula?  
¿saben que son patéticos? 
¿necesitan esa falsa autocomplacencia para sobrevivir?
Lo peor de esos tontos es que nunca descansan y si nos descuidamos, tampoco nos dejarán descansar a los demás.
El resto de los mortales, no siendo tan "divinos" como ellos, nos consideramos muy mejorables y vivimos en un continuo aprendizaje, porque sabemos lo mucho que ignoramos, esforzándonos en mejorar cada día y admirando al sabio, al experto, al constante, al genial, al noble,  al sensato, al bien intencionado y al humilde.

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