SALUTACIÓN A LOS LECTORES

Este blog de análisis y reflexión, nace con la pretensión de contribuir al debate sobre el futuro y la SOStenibilidad del Sistema Sanitario Público en España, desde la óptica de los valores y principios de la Bioética, asumiendo la calidad y la excelencia como imperativos éticos.

miércoles, 24 de julio de 2013

La parodia nacional


La parodia es una “imitación burlesca” de la realidad. ¿Responde a esta descripción la actual situación de nuestra querida  nación?
Creo que sí: con frecuencia, proyectamos una imagen de opereta: “falsa, afectada y ridícula”
Y para ese pobre logro, contamos con 18 gobiernos, otros tantos parlamentos y miles de ayuntamientos.
No andamos faltos de legítimas instituciones democráticas y, sin embargo… ¡que poco representados nos sentimos!
Algo está fallando.
¿Cómo es posible que, disponiendo de tanta autoridad, ejecutiva y legislativa, todo sea tan mejorable?
Y, simultáneamente: la sanidad, la educación, la investigación, la dependencia y las pensiones, están amenazadas.
¿No sería más útil reducirlos a un solo gobierno, un  parlamento (no bicameral) y muchos menos ayuntamientos?
Vivimos en el mundo de las comunicaciones, la informática y la digitalización… ¿Acaso es tan complicado legislar, gobernar y recaudar tributos, con menos de 47 millones de ciudadanos?
Siendo más los alemanes, los franceses o los ingleses, no necesitan (ni pagan) a tanto abnegado servidor público.
Cuando todo esto pase, y se impongan la racionalidad, la mesura, la austeridad, la utilidad y el sentido común… ¿Cómo se verá este derroche? ¿Le encontraran justificación histórica? ¿De que forma seremos juzgados por nuestros nietos y biznietos?
Tal vez escriban en los libros escolares, si para entonces siguen existiendo, que, en el noble intento de homogeneizar nuestra democracia con el resto de las occidentales, se nos desbordó el tema, y nos quedamos con la hipertrófica forma, no ahondando en el fondo; la verdadera esencia.
… y dirán más: organizaron un inútil y burocrático monstruo político-corporativo que, cual frondoso árbol, les impidió ver y disfrutar el bosque.
Lo que para tantos es de Perogrullo… ¿Cómo es que no lo perciben quienes pueden y deben corregirlo?
… ¿O es que no les interesa hacerlo?
¡Claro! En esto radica el problema: los que degustan el vino de la mejor cuba, han de ser quienes la rompan para que lo disfrutemos todos, en detrimento de su privilegiado paladar.
Al final sucederá, porque no hay otra salida. Los que tenemos una edad, recordamos la autoliquidación de las esperpénticas cortes franquistas… ¿Quién de ellos iba a imaginarlo, sólo unos años antes?
¿No es preocupante, e induce a reflexión, que, en todos los plenos sobre el estado de la nación, se acabe hablando de corrupción?
Centrándonos en la ética: ¿Son nuestros políticos el justo reflejo de una población en la que abundan los pillos, los aprovechados, los absentistas, los arrivistas, los defraudadores y otros frescos?
Si ésa es la cuestión, la única solución: tiempo, justicia  y educación.

viernes, 19 de julio de 2013

Oye, tú... ¡Anda que tú!


Resulta muy difícil contar con un blog y abstenerse de opinar sobre lo que sucede, a nivel político, en nuestro país.
Aquí pretendemos hablar fundamentalmente de bioética, pero no exclusivamente… La política tiene (tendría) mucho que ver con la ética.
Se intenta conseguir una bitácora profesional y lo más fácil sería estar sólo a ello, aunque…
… Viendo lo que vemos, cualquiera que cuente con sangre circulante y cabeza pensante, sentirá estupefacción, vergüenza ajena e indignación,  considerándose obligado a decir algo.
No entraré a analizar la miseria humana que impregna a nuestra clase político-económica, por hacer lo que hacen y por lo mal que lo hacen. Dejo esa necesaria crítica a pensadores, sociólogos, articulistas, periodistas, politólogos y otros opinadores, pero…
¿Puede alguien que escribe de ética, estar completamente al margen del lodazal que parece nuestra democracia?
¿Vale todo?
¿Debo, tranquilamente, mostrarme ciego, por exclusivos motivos ideológicos?
¿Es cualquier cosa asumible, tratándose de los “míos”?
¿Está justificado porque “peor lo harían ellos”…?
¿Si en el metro, me roban la cartera, disculparé al ladrón porque, días antes, en el bus, me la “chorizó” otro con peor pinta?
¿Hemos olvidado lo que significa el vocablo cinismo? ¿Conocemos  un concepto llamado verdad?
¿No resulta esto patético, para cualquiera que intente ser sensato?
¿Cómo pretendemos que se nos vea en el extranjero?
¿Acaso no observamos cada día la descomposición social de naciones, no muy lejanas, al menos geográficamente?
¿Hasta cuando, y hasta cuanto, el aguante de la gente?
Todos hablan, con espantosa verborrea, de los valores que defienden, olvidando uno fundamental: la coherencia.
Tampoco estaría mal recordar que existen la dignidad, la nobleza, el altruismo, la generosidad, la autocrítica, la decencia y la gallardía.
Todo se justifica porque “vete a los otros y verás”… por lo tanto: apoyo ciego a los de "mi cuerda", con razón o sin ella, que, para corruptos: los de enfrente.
… Esto es lo que hay, y así nos va.
¿Hasta cuando la mentira, el desprecio, la simulación, la deshonestidad, la avaricia, la desfachatez, el descaro y la irresponsabilidad más absolutos?
¿Es esto un verdadero régimen de libertades, garantías, respetos y derechos?
Este diálogo de sordos... ¿es el cabal recorrido del parlamentarismo representativo?
¿No hay otra salida que la del, según lo visto, estéril bipartidismo?
Refrán popular, en la huerta murciana: “Todo lo que rula, para”.






jueves, 11 de julio de 2013

Jibarización a fuerza de cinismo





Una de las personas más nobles, interesantes y enriquecedoras que conozco es D. Juan Fernández Marín, capellán emérito del Hospital Reina Sofía de Murcia, donde ambos trabajamos desde hace muchos años.
Aunque lo haría con extraordinario agrado y entusiasmo, no se trata aquí de elogiar su limpia, ejemplar y fecunda trayectoria (humana, intelectual, sacerdotal y misionera).
El caso es que, durante una etapa en la que fui yo el director del centro, mi amigo Juan, con la sagacidad y la prudencia que le caracterizan, no estaba constantemente en mi despacho, lo que podría haber hecho, dado que sabía, con absoluta certeza, que sería bien recibido. Al contrario: nos veíamos menos que nunca, pauta marcada por él, debida al respeto que concedía a la ocupación y responsabilidad propias de las funciones gerenciales... pero, de vez en cuando, se asomaba por la puerta y, sin llegar a entrar, me decía, con su profunda y característica voz:  
Rafa… ¡¡que no te jibaricen!!
Hay que ser muy inteligente y muy entrañable para actuar de ese modo y, con esa sutilísima capacidad de síntesis, demostrar a la vez  interés y amistad, al advertirme de un riesgo real.
Cuando observo como la falsedad y el cinismo campan a sus anchas por nuestro país y la absoluta e impúdica desvergüenza con la que se nos intenta mentir y manipular sin descanso, de manera  cotidiana y reiterada, recuerdo siempre el consejo, sabio y honesto, del amigo de verdad, quién nunca, ni directa ni indirectamente, pretendió aprovecharse mínimamente de mi cargo, para conseguir algún pequeño beneficio, para sí o para su “servicio”… al que, por cierto, denominábamos  “medicina extracorpórea”, en un jocoso intento de compendiar, a través de esa metáfora, el reconocimiento, la valoración y el cariño que les dispensábamos, a él y a su desaparecido e inolvidable colega, también capellán y misionero, D. Ángel Marí Valero.
Estos ejemplos de sencillez, utilidad pública, (¡cuan reconfortantes son sus visitas, para muchos de los enfermos!), compromiso, generosidad, eficacia en su cometido, testimonio  y compasión (tan necesaria en cualquier institución sanitaria), sí que representan las referencias que todos querríamos transmitir a nuestros hijos, astronómicamente alejadas de las que proyectan los noticiarios y tertulias televisivas, protagonizadas por políticos corruptos, banqueros desaprensivos, arrivistas aprovechados, falsos defensores de causas sociales, descerebrados, beatos de conveniencia, pillos y delincuentes de toda índole, que consiguen envenenar las capacidades, las aspiraciones, los objetivos vitales y los valores éticos de la gente joven, en una triste ceremonia, casi ritual, de perversa “jibarización colectiva". Esto está generando un auténtico retroceso evolutivo y neuronal:  penoso, empobrecedor, desmotivador, despreciable, nefasto y muy peligroso.